Una de las preguntas que con más frecuencia se hacen los padres es cuál es la mejor edad para aprender a leer, la edad idónea para que sus hijos empiecen a aprender a leer. De manera natural los niños inician el aprendizaje reconociendo («leyendo«) logos comerciales, señales de tráfico o símbolos convencionales que les rodean en su vida diaria. Aunque de algún modo podemos considerar estas experiencias como sus primeros pasos en la lectura, lo cierto es que el aprendizaje sistemático (lo que habitualmente llamaríamos aprender a leer) requiere del desarrollo previo de una serie de habilidades y capacidades.
Aprender a leer es un proceso complejo, ya que su dominio no se agota en la tarea mecánica de codificación y decodificación sino que requiere que el niño haya alcanzado determinados niveles de maduración con respecto a tres factores: desarrollo de la psicomotricidad, de la función simbólica y de la afectividad. La primera se refiere a la maduración general del sistema nervioso, expresada por la capacidad de desplegar un conjunto de actividades motrices; la segunda, a la maduración del pensamiento en su función simbólica, como para comprender, o al menos sentir, que la lectura conlleva un sentido y transmite un mensaje, lo que requiere también de un determinado nivel de desarrollo del lenguaje; y la tercera se refiere a la madurez emocional que le permita no desalentarse ni frustrarse ante el esfuerzo desplegado para lograr los automatismos correspondientes a esas primeras etapas.
Múltiples investigaciones señalan que este nivel se logra alrededor de los 5 o 6 años de edad, siempre que se hayan realizado actividades preparatorias, ya que la maduración no sólo depende de la edad cronológica o mental. Estas primeras experiencias deben darse siempre en un clima lúdico y de creatividad ya que la presión de padres o profesores, ansiosos y competitivos, pueden crear formas deficientes y contraproducentes, tanto en las destrezas que se espera lograr como un rechazo por una actividad que al niño le puede resultar difícil y sin sentido.
El comienzo de la etapa escolar es vivido con gran ilusión por niñas y niños, a lo que se suma muchas veces la exigencia de algunos padres que esperan resultados a muy corto plazo, pero es al maestro al que le corresponde evaluar la situación y determinar el inicio y ritmo del proceso, teniendo en cuenta que es preferible esperar a que el niño alcance la madurez que requiere. Por otro lado, diversas investigaciones realizadas demuestran que aunque los niños muestren interés por aprender a leer a temprana edad y logren hacerlo, esto no garantiza que en el futuro haya una diferencia notable entre sus logros y el de los niños que inicien este aprendizaje después. Lo que sí puede marcar diferencias es introducirlos en la lectura sin contar con los pre-requisitos necesarios, lo que, además de perjudicar el propio proceso de aprendizaje, puede perjudicar su autoestima, confianza y seguridad en sí mismo.
Totalmente de acuerdo, de hecho mi hija estudia en un colegio alemán y retrasan el aprender a leer y escribir hasta los seis años buscando precisamente que los niños hayan alcanzado la madurez suficiente.
Un blog muy interesante.